Fortalecer las neuronas
Al margen de la química, hay hábitos saludables que endurecen la musculatura de nuestro cerebro. La lectura y el ejercicio físico, sobre todo, han demostrado su eficacia.
La plasticidad del cerebro sigue sorprendiéndonos, a pesar de que Santiago Ramón y Cajal, el padre de la neurología moderna, ya lo apuntó hace un siglo: las neuronas pueden cambiar sus conexiones entre sí, y conviene entrenarlas. Si moldeamos el órgano de pensar con la experiencia. ¿Hasta qué punto es posible mejorarlo? ¡Podemos hacer algo para evitar que el Párkinson y el Alzhéimer succionen nuestra mente cuando seamos mayores, o por lo menos para retrasar su aparición'- Una montaña de respuestas se levanta sobre la tan cacareada gimnasia cerebral. Si nadie duda sobre la necesidad de ejercitar la masa gris. El problema es cómo.
Game over...
La revista Nature se hizo eco de un estudio que demostraba la ineficacia de esos videojuegos anunciados con gente adulta muy feliz cuando logran distinguir con éxito manzanas de peras en una pantalla. Para comprobarlo. 11.430 %-voluntarios de entre 18 y 60 años se entretuvieron con uno de estos softwares. Y aunque fueron obteniendo cada vez mejores resultados -como cabria esperar cuando uno le pilla el truco a los matamarcianos-, sus logros no se reflejaron en las pruebas que medían científicamente la memoria, el razonamiento y el aprendizaje. "No hubo en absoluto ningún efecto de transferencia"", sentenció uno de los autores de la investigación, el neurocientífico Adrián Owen de la Universidad de Cambridge, en Gran Bretaña.
¡Significa que la gimnasia mental no sirve para nada? En absoluto: Cajal tenía razón, como ratifica Juan Lerma, director del Instituto de Neurociencias de Alicante: "El cerebro opera en función de las conexiones que establece entre las neuronas. Es lo que nos hace ser como somos". ¿Qué falla entonces? "La carga intelectual de un videojuego. o de un documental, es bastante menor que la aportada por un libro", asegura este experto. Y continua: "Se han hecho experimentos para observar qué ocurre cuando uno lee: el cerebro recrea paisajes y emociones, y se activan áreas de este órgano acordes a la información que está obteniéndose". En cambio, cuando vemos algo en una pantalla, lo único que encendemos es la zona visual.
Negro sobre blanco.
Primera lección. ¿Quieres mantener tu cerebro en forma? Pues coge un buen libro y sumérgete en sus páginas. O una revista que traiga historias sorprendentes que estimulen tu curiosidad y tu imaginación, como la que tienes ahora entre las manos. O prueba a dejar a un lado la calculadora por un momento para echar las cuentas. O intenta aprender otro idioma, tocar un instrumento musical... El cerebro agradece los desafíos, y en esta época ultra -tecnológica no tienes que ponerte necesariamente un traje virtual y jugar a ser el protagonista de Tron para ponerlo a prueba. Pero, además, no te apoltrones. Corre un poco, sin matarte. Pasea. Apúntale a clase de danza. Haz gimnasia con el balón. "Los experimentos realizados en pacientes y. sobre todo, en animales a los que se les ha sometido a un ejercicio físico moderado y continuo muestran claramente un aumento de su rendimiento cerebral'", asegura Lerma. El ejercicio cambia la cara a nuestras neuronas: sus vínculos aumentan y se hacen más ricos. Crece el número de espinas neuronales unas protuberancias en forma de hongo que surgen en el tronco -el axón- de la neurona y promueven la formación de las sinapsis. las mágicas conexiones nerviosas.
No sabemos muy bien cómo tiene lugar este milagro en términos moleculares, pero sucede. El investigador Art Kramer, de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign (EE UU). está convencido de que caminar unos 45 minutos tres veces a la semana incrementa en un 20% el almacenamiento de memorias episódicas y optimiza las funciones cerebrales, según afirmó a la revista Newsweek. Un año de ejercicio casi obra maravillas, revelan los experimentos. Así, un individuo de 70 años podría conseguir la conectividad neuronal de un treintañero, con las consiguientes mejoras en la planificación de tareas, la facultad de hacer varias cosas a la ve?, etcétera. Sabiendo que, con los años, perdemos estas valiosas ligazones entre células nerviosas.
¡Menudo hipocampo!
En otra investigación, las resonancias magnéticas pusieron de manifiesto que los niños de entre nueve y diez años en buena forma tienen más grande el hipocampo, hasta un 12%. Una consecuencia es que sacan mejor nota en las pruebas de memoria. Por lo visto, son mis eficientes a la hora de utilizar el oxigeno. El cerebro es un órgano tan extraordinario que incluso refleja el nivel social de sus usuarios, asegura Lerma. La calidad de desarrollo mental en un niño que crece en una familia con estatus socioeconómico alto es mejor y mis competente. Esto cuestiona la igualdad de oportunidades". Crecer en un barrio marginal supone recibir menos estímulos intelectuales, lo que influye en el desarrollo cognitivo. Además, estos entornos son propensos a generar estrés, alteración que estimula la producción de una hormona llamada cortisol. Generada en exceso, esta sustancia ataca las vainas protectoras de mielina de los neuronas y dificulta la creación de nuevas conexiones. Sin caer en el cliché de que los niños pobres son menos inteligentes, los estudios confirman la importancia decisiva del ambiente. Algunas estadísticas incluso apuntan que la probabilidad de sufrir Alzheimer es diez veces menor entre los científicos e individuos con preparación universitaria que en el resto de la población.
Hay que aprovechar lo que nos dice la neurociencia para desarrollar los planes de estudio. "Por ejemplo, se sabe que. tras 40 minutos de una charla, el cerebro corta y se pone a pensar en otra cosa. Ignoramos la razón. Es posible que los buenos profesores, sin saberlo, lo hayan advenido y cuando pasa ese tiempo cambien de tema". Aprendemos por repetición, necesitamos un tiempo de reposo, y también actividad. "Si se conoce bien la biología del sistema, se le puede sacar mucho más partido".
Muy Interesante / Abril 2011
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