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DIAGNÓSTICO

Ciencia y Salud

El ayuno y la prevención de enfermedades

El ayuno periódico reduciría el riesgo de sufrir diabetes, enfermedades cardíacas u otras propias del proceso de envejecimiento.

Es bien conocida la influencia de la dieta en la salud, igual que una alimentación equilibrada evita muchas enfermedades. Pero algunos estudios han ido un poco más lejos al plantear otra cuestión. Además de lo que se come, ¿son importantes el cuándo y el cuánto? Esta línea de investigación apoya el ayuno habitual para reducir el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas y diabetes. Estos resultados se suman a la certeza, cada vez más evidente, de que las dietas hipocalóricas podrían retardar el envejecimiento y evitar el desarrollo de enfermedades propias de la edad, como cáncer y enfermedades cardiovasculares.

Ayunar de manera controlada puede reducir el riesgo de sufrir enfermedades del corazón y diabetes. Además, el ayuno también puede tener un efecto beneficioso en la reducción del nivel de colesterol. Estos son los resultados de una investigación reciente, que reafirma los resultados obtenidos en un estudio anterior realizado por los mismos investigadores en 2007. En el primer estudio, se detectó que un grupo de mormones (pertenecientes al movimiento religioso denominado mormonismo), que ayunan el primer domingo de cada mes debido a sus creencias religiosas, disminuían un 39% el riesgo de sufrir enfermedades en las arterias coronarias, con respecto al resto de la población de zonas cercanas.

Los beneficios del ayuno

Los investigadores atribuyeron estos primeros resultados al hecho de que abstenerse de ingerir comida, si se hace de manera controlada y periódica, además de disminuir el peso corporal, reduce el nivel de triglicéridos y glucosa en sangre, factores de riesgo propios de las enfermedades coronarias. Sin embargo, en este estudio no se tuvieron en consideración otros aspectos de riesgo, como el consumo de alcohol, tabaco y cafeína, ya que los mormones siguen restricciones frente al consumo de estas sustancias.

Por este motivo, hace poco se ha publicado otra investigación en la que han participado más de 4.500 personas y que sí ha tenido en cuenta estos factores. Ambos estudios los han realizado investigadores del Instituto del Corazón del Centro Médico Intermountain, en Utah (Estados Unidos). El más reciente se ha presentado con motivo de la reunión anual del American College of Cardiology, celebrado en Nueva Orleans.

En este trabajo se distribuyeron los voluntarios en dos grupos. En el primero, los participantes ayunaron durante periodos de 24 horas (solo podían beber agua) y después se alimentaron de forma normal durante otras 24 horas, así de manera sucesiva. En el grupo control no se impuso ninguna restricción en los hábitos alimenticios. Los investigadores analizaron los niveles de triglicéridos, colesterol y azúcar en sangre durante el estudio y realizaron pruebas de carácter físico general para determinar el estado de salud de los participantes.

Colesterol, diabetes y restricción calórica

Los resultados demuestran que en ayunas aumentan los niveles de colesterol "bueno" y colesterol "malo" en sangre, un hecho que se justifica por pasar hambre y el estrés que provoca este ayuno. En respuesta, el organismo libera más colesterol, lo cual le permite utilizar grasa como fuente de energía, en lugar de glucosa. Otro dato interesante es su influencia ante la diabetes tipo 2. Está bien establecido por la literatura científica que la continua estimulación de receptores celulares puede provocar una pérdida de sensibilidad frente a las sustancias que lo estimulan. Por este motivo, se cree que los periodos de ayuno, durante los cuales se dejarían de estimular los receptores de insulina de las células de los tejidos, permitirían restablecer el equilibrio de los receptores y evitarían problemas de pérdida de sensibilidad a la insulina característicos de la diabetes 2.

En el último estudio, no solo se tuvieron en cuenta factores de riesgo como el tabaquismo, el alcohol y la cafeína, sino que también se evaluaron cuestiones del comportamiento, como el hecho de descansar un día a la semana o asistir a ceremonias religiosas de manera periódica. Es interesante que creencias religiosas diferentes coincidan en el hecho de utilizar el ayuno como práctica religiosa ya que, precisamente, este estudio demuestra que puede influir de forma positiva en la salud.

Los investigadores advierten de que aún es temprano y se necesitarán más estudios para confirmar la hipótesis. Explican que el ayuno podría ser beneficioso "per se" o, tan solo, reflejar un estilo de vida más sano. Sea como sea, consideran que la mejor solución es "seguir unos hábitos de vida saludables y comer bien y equilibrado".

 

Verdades verdes

El consumo de plantas medicinales no siempre resulta beneficioso, sobre todo, cuando se toman medicamentos a la vez.

En los últimos años, el consumo de plantas medicinales ha experimentado un notable incremento. Algunos estudios han puesto de manifiesto que uno de cada cinco pacientes que está en tratamiento con medicamentos consume a la vez hierbas medicinales. Pero no están exentas de efectos secundarios y son posibles las interacciones entre los efectos de los fármacos y las plantas. Por esta razón, es necesario que tanto los consumidores como los profesionales sanitarios estén alerta respecto a esta posibilidad, que puede comportar un riesgo para la salud.

A menudo, se cree que las plantas medicinales no causan efectos perjudiciales. Se consideran "productos naturales" y muchas personas las consumen en sustitución de medicamentos porque piensan que carecen de efectos secundarios. El hecho de que se empleen desde la antigüedad y que puedan adquirirse sin receta, incluso en grandes almacenes, favorece que se estimen inofensivas y que se utilicen sin tener en cuenta los posibles riesgos y efectos.

No obstante, esta idea es del todo errónea. Al igual que las plantas contienen principios activos que pueden mejorar ciertos problemas de salud, estas mismas sustancias pueden resultar perjudiciales. Además, cabe la posibilidad de que hierbas y medicamentos compartan los mismos principios activos.

Hierbas y medicamentos

Algunos de los problemas del consumo de plantas se relacionan con la confusión con otra especie por identificación errónea o por contaminación del producto, ya sea con microorganismos o con productos químicos. Por otra parte, también son posibles variaciones en el contenido de los principios activos según la zona geográfica, la estación en que se haya recolectado la planta o la parte que se use. Igual que en los medicamentos, pueden provocar intoxicaciones y reacciones alérgicas.

Con frecuencia, el consumo de hierbas se solapa con el del medicamento usado para el mismo problema de salud o para otro distinto. En este caso, los elementos activos de la planta pueden interaccionar con el fármaco y causar variaciones en su efecto. Puede afectar tanto a la absorción del fármaco como a su distribución, metabolismo o excreción. En cuanto a la absorción de medicamentos, cuando hay una interacción, las hierbas medicinales reducen los niveles del fármaco, con lo que disminuye su actividad terapéutica.

Otro aspecto que se debe considerar es que muchas tienen efectos laxantes y provocan una disminución en la absorción de determinados elementos, como el calcio, el hierro, el litio o los anticoagulantes orales. También pueden alterar el pH y la motilidad digestiva y favorecer la formación de complejos no absorbibles.

Las plantas medicinales pueden provocar que el fármaco quede libre en la sangre y se modifique su distribución, es decir, el transporte del fármaco en la sangre hasta el punto donde ejerce su acción. Una de las interacciones más importantes se registra en el metabolismo del fármaco. Sería el caso del hipérico, un inductor del citocromo P450, clave en la metabolización de muchas sustancias. Por otra parte, hierbas con propiedades diuréticas podrían interferir con fármacos de eliminación renal.

También pueden desarrollarse efectos aditivos y potenciadores entre medicamentos y plantas. Esto sucede en las hierbas con propiedades sedantes o hipotensoras, que podrían incrementar la acción de fármacos con estas características. De nuevo, el hipérico, por sus propiedades antidepresivas, puede interaccionar con algunos fármacos antidepresivos con los que comparte similar mecanismo de acción.

Se debe permanecer alerta ante el consumo de plantas, sobre todo, cuando se solapa con el de ciertos medicamentos con potencial para provocar interacciones clínicas relevantes, como los anticoagulantes, los medicamentos usados para la epilepsia, los fármacos para el sida e inmunosupresores, entre otros. De igual forma, estas interacciones pueden tener una gran trascendencia clínica en enfermedades graves o en personas con insuficiencia hepática o renal, así como en pacientes polimedicados, en quienes las probabilidades de una interacción aumentan de manera considerable. En este caso, los ancianos tendrían una mayor susceptibilidad de sufrirlas.

Medicamentos y plantas de consumo frecuente

  • Ajo, Angélica, Sauce blanco: potencian los efectos de fármacos anticoagulantes y aspirina, de manera que pueden provocar sangrados.
  • Cáscara sagrada: interfiere en la absorción intestinal de fármacos y puede disminuir su efectividad.
  • Espino blanco: potencia el efecto de algunos fármacos en pacientes cardiópatas (digoxina) y puede provocar intoxicaciones por incremento de sus efectos.
  • Gingseng: potencia los efectos de anticoagulantes y aspirina y puede provocar sangrados. Potencia los efectos de los antidiabéticos orales, con las consiguientes hipoglucemias. Interfiere con algunos antidepresivos y puede causar efectos maniacos.
  • Ginkgo biloba: potencia los efectos de anticoagulantes y aspirina y puede provocar sangrados. Puede potenciar los efectos de algunos antidepresivos.
  • Goma guar: disminuye el efecto de algunos antidiabéticos.
  • Hipérico: interfiere con medicamentos antidepresivos. Puede provocar somnolencia. Disminuye la concentración plasmática de muchos fármacos al interferir con su metabolización.
  • Regaliz: puede interferir con los corticoides.
  • Salvia: potencia los efectos de anticoagulantes.
  • Valeriana: potencia los efectos de los sedantes.
  • Zaragatona: interfiere en la absorción de algunos compuestos (hierro, calcio, vitaminas...).

INFORME

En España, estudios realizados estiman que alrededor de un 30% de la población las consume de forma habitual. Sin embargo, dos estudios realizados en Cataluña confirmaron que las consumía hasta un 50%. Según un informe realizado en 2007 por el Centro de Investigación sobre Fitoterapia, cada ciudadano gasta una media de cinco euros al año en estos productos. En este estudio también se constató que 3 de cada 4 consumidores son mujeres y que las personas de mediana edad prevalecen sobre los más jóvenes.

Por otra parte, la mayoría de las personas que las utilizan reconocen que siguen una tradición familiar y que en su entorno también se consumen. Una gran proporción las adquiere de forma usual en herbolarios y la mayoría de los consumidores se muestran entre "bastante" y "muy" satisfechos de la eficacia de estos productos.

Por lo general, las hierbas medicinales se utilizan para remediar alteraciones de salud poco relevantes o como tratamiento preventivo, aunque en algunos casos puedan usarse para cuestiones de mayor importancia. Con frecuencia se busca solución a ciertas afecciones para las cuales la medicina convencional tiene menos recursos. Sería el caso de quienes pretenden adelgazar o buscan efectos estimulantes. Los problemas de salud que con más frecuencia se tratan con la fitoterapia son los digestivos (estreñimiento y problemas de digestión), la ansiedad, el insomnio y los problemas de sobrepeso.

Las especies vegetales medicinales más consumidas en España son: el eucalipto, la manzanilla, el té, la hierbabuena, el regaliz, la salvia, el sen, la tila, la valeriana, el anís verde, el poleo, el boldo, el ginseng, la cáscara sagrada y el ginko-biloba.

Fortalecer las neuronas

Al margen de la química, hay hábitos saludables que endurecen la musculatura de nuestro cerebro. La lectura y el ejercicio físico, sobre todo, han demostrado su eficacia.

La plasticidad del cerebro sigue sorprendiéndonos, a pesar de que Santiago Ra­món y Cajal, el padre de la neurología moderna, ya lo apuntó hace un siglo: las neuronas pue­den cambiar sus conexiones entre sí, y conviene entrenarlas. Si moldeamos el órgano de pensar con la experiencia. ¿Hasta qué punto es posible mejorarlo? ¡Podemos hacer algo para evitar que el Párkinson y el Alzhéimer succionen nuestra mente cuando seamos mayores, o por lo menos para retrasar su apa­rición'- Una montaña de respuestas se levanta sobre la tan cacareada gimnasia cerebral. Si nadie duda sobre la necesidad de ejercitar la masa gris. El problema es cómo.

Game over...

La revista Nature se hi­zo eco de un estudio  que demos­traba la ineficacia de esos videojuegos anunciados con gente adulta muy feliz cuando logran distinguir con éxito manzanas de peras en una pantalla. Para comprobarlo. 11.430 %-voluntarios de entre 18 y 60 años se entretuvieron con uno de estos softwares. Y aunque fueron obteniendo cada vez mejores resultados -como cabria esperar cuando uno le pilla el truco a los matamarcianos-, sus logros no se reflejaron en las pruebas que me­dían científicamente la memoria, el razonamiento y el aprendizaje. "No hubo en absoluto ningún efec­to de transferencia"", sentenció uno de los autores  de la investigación, el neurocientífico Adrián Owen de la Universidad de Cambridge, en Gran Bretaña.

¡Significa que la gimnasia mental no sirve para nada? En absoluto: Cajal tenía razón, como ratifica Juan Lerma, director del Instituto de Neurociencias de Alicante: "El cerebro opera en función de las conexiones que establece entre las neuronas. Es lo que nos hace ser como somos". ¿Qué falla entonces? "La carga intelectual de un videojuego. o de un documental, es bastante menor que la aportada por un libro", asegura este experto. Y continua: "Se han hecho experimentos para observar qué ocurre cuando uno lee: el ce­rebro recrea paisajes y emociones, y se activan áreas de este órgano acordes a la información que está obteniéndose". En cambio, cuan­do vemos algo en una pantalla, lo único que encendemos es la zona visual.

Negro sobre blanco.

Primera lec­ción. ¿Quieres mantener tu cere­bro en forma? Pues coge un buen libro y sumérgete en sus páginas. O una revista que traiga historias sorprendentes que estimulen tu curiosidad y tu imaginación, como la que tienes ahora entre las manos. O prueba a dejar a un lado la calcu­ladora por un momento para echar las cuentas. O intenta aprender otro idioma, tocar un instrumen­to musical... El cerebro agradece los desafíos, y en esta época ultra -tecnológica no tienes que ponerte necesariamente un traje virtual y jugar a ser el protagonista de Tron para ponerlo a prueba. Pero, además, no te apoltrones. Corre un poco, sin matarte. Pasea. Apúntale a clase de danza. Haz gimnasia con el balón. "Los expe­rimentos realizados en pacientes y. sobre todo, en animales a los que se les ha sometido a un ejercicio físi­co moderado y continuo muestran claramente un aumento de su ren­dimiento cerebral'", asegura Lerma. El ejercicio cambia la cara a nuestras neuronas: sus vínculos aumentan y se hacen más ricos. Crece el número de espinas neuronales unas protu­berancias en forma de hongo que surgen en el tronco -el axón- de la neurona y promueven la formación de las sinapsis. las mágicas conexio­nes nerviosas.

No sabemos muy bien cómo tiene lugar este milagro en términos moleculares, pero sucede. El investi­gador Art Kramer, de la Univer­sidad de Illinois en Urbana-Champaign (EE UU). está convencido de que caminar unos 45 minutos tres veces a la semana incrementa en un 20% el almacenamiento de memo­rias episódicas y optimiza las fun­ciones cerebrales, según afirmó a la revista Newsweek. Un año de ejer­cicio casi obra maravillas, revelan los experimentos. Así, un indivi­duo de 70 años podría conseguir la conectividad neuronal de un treintañero, con las consiguientes me­joras en la planificación de tareas, la facultad de hacer varias cosas a la ve?, etcétera. Sabiendo que, con los años, perdemos estas valiosas ligazones entre células nerviosas.

¡Menudo hipocampo!

En otra in­vestigación, las resonancias mag­néticas pusieron de manifiesto que los niños de entre nueve y diez años en buena forma tienen más grande el hipocampo, hasta un 12%. Una consecuencia es que sacan mejor nota en las pruebas de memoria. Por lo visto, son mis eficientes a la hora de utilizar el oxigeno. El cerebro es un órgano tan extraordinario que incluso refleja el nivel social de sus usuarios, asegu­ra Lerma. La calidad de desarrollo mental en un niño que crece en una familia con estatus socioeconómi­co alto es mejor y mis competente. Esto cuestiona la igualdad de oportunidades". Crecer en un barrio marginal supone recibir menos es­tímulos intelectuales, lo que influ­ye en el desarrollo cognitivo. Ade­más, estos entornos son propensos a generar estrés, alteración que estimula la producción de una hormona llamada cortisol. Generada en exceso, esta sustancia ataca las vainas protectoras de mielina de los neuronas y dificulta la creación de nuevas conexiones. Sin caer en el cliché de que los niños pobres son menos inteligentes, los estudios confirman la importan­cia decisiva del ambiente. Algunas estadísticas incluso apuntan que la probabilidad de sufrir Alzheimer es diez veces menor entre los científicos e individuos con preparación universitaria que en el resto de la población.

Hay que aprovechar lo que nos di­ce la neurociencia para desarrollar los planes de estudio. "Por ejem­plo, se sabe que. tras 40 minutos de una charla, el cerebro corta y se pone a pensar en otra cosa. Igno­ramos la razón. Es posible que los buenos profesores, sin saberlo, lo hayan advenido y cuando pasa ese tiempo cambien de tema". Aprendemos por repetición, necesitamos un tiempo de reposo, y también actividad. "Si se conoce bien la biología del sistema, se le puede sacar mucho más partido".

Muy Interesante / Abril 2011

DIU contra el cáncer de endometrio

El cáncer de endometrio es el sexto más común del mundo entre las mujeres, ya que supone el 4,8% de todos los tumores que padece la población femenina y el 2,2% de las muertes por esta causa. Es una enfermedad más propia de las mujeres postmenopáusicas y rara vez afecta a quienes están en edad fértil. Se estima que lo padecen entre un 3% y un 5% de las mujeres menores de 40 años y que el 70% de ellas son nulíparas (no han tenido ningún hijo). El impacto que tiene la noticia para quienes sufren un cáncer de endometrio es enorme, ya que su tratamiento puede suponer la pérdida irreversible de la fertilidad.

Pacientes jóvenes

La causa de los tumores endometriales en pacientes tan jóvenes no se conoce bien, pero la comunidad científica sospecha que puede tener un origen hereditario y algunos factores podrían favorecer su desarrollo, como las alteraciones del ciclo menstrual, la poliquistosis ovárica, la obesidad o la diabetes, aunque todavía no se ha confirmado que alguna de ellas sea la causa concreta de esta neoplasia maligna en mujeres jóvenes.

Este cáncer se desarrolla en la capa interna del útero, que consta de otras tres: la capa más externa, denominada capa serosa o perimetrio; la capa media, que es un músculo interno denominado miometrio; y la interna o endometrio, que se descama todos los meses con la menstruación. Uno de los factores que a menudo dificultan su diagnóstico es, precisamente, que uno de sus síntomas más importantes, el sangrado genital, se confunde con la menstruación. Con frecuencia, cuando una mujer en edad fértil sangra en un periodo diferente al de la regla, lo más probable es que padezca distintos tipos de patología benigna, como una alteración fisiológica del ciclo menstrual, pólipos y otras enfermedades. Todo ello conduce a demorar el diagnóstico de los tumores de endometrio.

Tipos de DIU

En la actualidad, hay dos tipos de dispositivos intrauterinos en el mercado que se utilizan, sobre todo, con fines anticonceptivos. Por un lado, los DIU tradicionales o de cobre y, por otro, los más nuevos, que están revestidos de una hormona progesterona, el levonorgestrel. Aparte de este último, por ahora, no hay más DIU recubiertos de otras sustancias.

El levonorgestrel es una hormona conocida por parte de la población porque, en dosis altas, figura en la composición de la píldora del día después. Sin embargo, en los DIU recubiertos con ella, se libera de manera muy progresiva y lenta, a lo largo de hasta cinco años.

Los especialistas creyeron que el DIU liberador de levonorgestrel podía ser útil para tratar el cáncer de endometrio porque su principal mecanismo de acción -cuando se administra por vía local- es que causa atrofia, es decir, genera la inactividad de las células endometriales. "Esto significa que, si se coloca directamente en el lugar del tumor a través del DIU, se puede lograr la desaparición de las células tumorales", precisa Lucas Minig, coordinador del Programa de Ginecología Oncológica del Hospital Universitario Madrid Sanchinarro (HMS)-Centro Integral Oncológico Clara Campal (CIOCC), que ha liderado un estudio sobre el uso de estos dispositivos para tratarlo.

Ventajas del nuevo tratamiento

El cáncer de endometrio se ha abordado, de manera tradicional, con la extirpación del útero y los ovarios, técnicas quirúrgicas que, en lenguaje médico, se denominan histerectomía con doble anexectomía. "En una paciente joven sin hijos, este tratamiento supone, de manera radical, no poder concebir. Por eso en los últimos años se han buscado otros mecanismos para conservar la fertilidad, como la administración de progesterona por vía oral", expone Minig.

Una de las ventajas de utilizar el DIU recubierto de levonorgestrel para el tratamiento es, respecto a la cirugía de extracción del útero y de los ovarios, que "se preservaría la posibilidad de quedar embarazada", destaca el especialista. Otra mejoría tras la aplicación local de levonorgestrel con el DIU es que se evitarían los efectos adversos que causa la administración de progesterona por vía oral en dosis altas, como la distensión abdominal, las reacciones alérgicas y las complicaciones tromboembólicas. Sin embargo, a pesar de sus ventajas, el uso de los DIU liberadores de levonorgestrel está bajo examen y todavía no se aplica en la práctica clínica habitual.

EN ESTUDIO

Uno de los estudios pioneros en este campo es el efectuado entre 1996 y 2009 en el Instituto Europeo de Oncología, en Milán (Italia), por un grupo europeo de investigadores que ha liderado Lucas Minig y cuyos resultados se han publicado en "Annals of Oncology". Su importancia estriba en que es el primero en analizar qué sucede si se trata a las mujeres de 40 años o menos, afectadas por cáncer de endometrio, con un DIU liberador de la hormona levonorgestrel progestina durante un año, en combinación con seis administraciones mensuales de otra, la hormona liberadora de la gonadotropina (GnRH). Para ello, se han seleccionado 39 pacientes de entre 20 y 40 años y, de momento, se han obtenido óptimos resultados en 34, ya que las cinco restantes siguen bajo tratamiento.

Tras un año de terapia, todas las pacientes siguen con vida y sin la enfermedad. El 95% de las afectadas (20 de las 34) por hiperplasia de endometrio atípica (un tipo de cáncer de endometrio) se curaron, el 57,1% de quienes tenían neoplasia en fase temprana también respondieron bien al tratamiento, el 28% sufrieron una progresión de la enfermedad y sólo dos de ellas, a pesar de haber tenido una buena respuesta inicial, recayeron más tarde. En los casos de recaída se volvió a tratar a las pacientes y, cuando no hubo otra solución, se les practicó una histerectomía. En los casos de respuesta satisfactoria, se animó a las mujeres a concebir, gracias a lo cual se han logrado 11 embarazos espontáneos y han nacido 9 bebés.

Según Minig, la mayoría de las mujeres tratadas respondieron durante los primeros seis meses, por lo que en próximos estudios se les administrará el mismo tratamiento durante un semestre, en vez de durante un año. El hecho de que algunas respondieran y otras no se puede atribuir a que es una enfermedad genética, que determina el tipo de respuesta a los tratamientos. Esto explica que dos pacientes con la misma enfermedad, pero con alteraciones genéticas distintas, respondan de forma diferente a un mismo tratamiento.

"A raíz de los resultados preliminares, está previsto realizar un estudio internacional y multicéntrico para determinar cuál es el mecanismo conservador de la fertilidad más efectivo en las mujeres con cáncer de endometrio, el menos tóxico y que mejora más su calidad de vida", informa Minig.

Alteraciones de la respiración durante el sueño

Tanto los ronquidos más insignificantes como el trastorno más grave, la apnea obstructiva del sueño, pueden provocar serios problemas de salud

Las personas pasan una cuarta parte de su vida en la cama y el bienestar durante las horas de sueño es básico. Además de ocupar gran parte del día a día, un descanso deficiente puede provocar alteraciones importantes en la salud. Uno de los problemas más habituales son los ronquidos. Éste y otros trastornos del sueño aumentan de forma considerable en los países desarrollados, de la mano del envejecimiento de la población y el incremento de los casos de obesidad, entre otros factores.

Dormir solos aportaría al organismo 49 minutos adicionales de buen sueño cada noche, porque se calcula que las parejas que comparten cama tienen un 50% más de probabilidades de padecer diversos inconvenientes mientras duermen. Estos problemas están provocados, sobre todo, por el hecho de que la pareja ronque o sufra insomnio. Especialistas del sueño en la Universidad de Surrey (Reino Unido) revelan el motivo por el que muchas personas se desvelan por la noche con sensación de agotamiento.

Exceso de movimientos, ruidos de la cama, la lucha por los cojines o calor excesivo son motivos que alteran la calidad del sueño cuando se comparte el lecho. Pero la causa principal son los ronquidos, un aspecto que hace años se consideraba inocuo para quien lo sufría -no para quien lo padecía-, pero que en la actualidad ha tomado especial importancia porque afecta a la salud de ambos miembros de la pareja.

Según la Asociación Británica de Ronquidos y Apnea de Sueño (BSSAA), los hombres roncan el doble que las mujeres y calculan que solo en el Reino Unido hay 15 millones de roncadores. La American Sleep Disorders Association (ASDA) señala que prevalencia de los trastornos respiratorios es muy alta; diferentes estudios de los últimos años evidencian un porcentaje del 25,4%. El ronquido simple es un fenómeno frecuente que se dá entre un 4% y un 29% de los hombres y entre un 3% y un 14% de las mujeres, que se incrementa con la edad y que está asociado a la obesidad. Por géneros afecta al 10% varones y al 5% mujeres a partir de los 30 años, y más allá de la década de los sesenta, al 60% de los hombres y al 40% de las mujeres.

El número de afectados aumenta, además, junto con otros trastornos del sueño, como los trastornos del ritmo circadiano, la narcolepsia, el sonambulismo o el insomnio. Esto se debe al aumento de la población anciana, de los casos de obesidad y del consumo de alcohol, principales factores de riesgo para el desarrollo de estas afecciones.

Un tercio de la población pediátrica, que incluye a niños y adolescentes, sufre también algún tipo de trastorno del sueño, según han indicado los expertos que han asistido a la XX Reunión Anual de la Sociedad Española del Sueño (SES), celebrada en Sevilla.

Controlar el ronquido

Los ronquidos se generan en la nariz y en la garganta por la vibración que se origina en el paladar suave al inspirar y espirar. Durante el sueño, los músculos que se encargan de mantener abiertas las vías respiratorias se relajan, por lo que se estrechan y vibran más hasta causar los molestos ruidos, que pueden alcanzar grados variables de volumen. Es involuntario y, según los expertos, no puede curarse, aunque sí controlarse. El alcohol o los fármacos para dormir ayudan a relajar los músculos y, por tanto, potencian esta situación.

El sobrepeso y la obesidad también ejercen más presión sobre las vías y favorecen el aumento de los movimientos vibratorios. Procesos gripales, resfriados, alergias, pólipos o lesiones nasales pueden estar de la misma manera implicados en los ronquidos, así como fumar, que provoca inflamación o bloqueo de los conductos respiratorios. Por ello, los expertos insisten en que, ante estos factores de riesgo, hay que asumir un cambio de hábitos para controlarlos o evitarlos al máximo. En el caso de resfriados o gripe, la BSSAA recomienda usar un humidificador o inhalar vapor, para mantener limpias las vías respiratorias, entre otras medidas.

Cuando la realidad se agrava

En la mayoría de los casos, adoptar unos hábitos saludables ayuda a controlar, en cierta medida, los ronquidos más leves (hipoapnea). Sin embargo, un pequeño porcentaje de afectados podría sufrir un problema subyacente mucho más grave. Es el síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS), que en general afecta a personas de mediana edad obesas o con sobrepeso y que provoca una obstrucción repetida de las vías respiratorias superiores mientras se duerme, lo que ocasiona pausas en la respiración durante la noche. En España, este trastorno afecta a más de un millón y medio de personas.

La afección causa una reducción en los niveles de oxígeno y un pequeño despertar para recuperar el ritmo normal, casi siempre inconsciente, hasta que ocurre el siguiente episodio. Esta falta de sueño continuo puede provocar somnolencia excesiva durante el día, trastornos respiratorios y cardiovasculares (reducción del nivel de oxígeno en sangre y taquicardia). La mala calidad de sueño, además, puede desembocar en problemas emocionales y alteraciones del comportamiento y en el rendimiento cognitivo.

La apnea del sueño es susceptible de causar un círculo vicioso en el que las razones del trastorno se convierten en consecuencias: la falta de sueño favorece la obesidad, hipertensión (más del 40% de los afectados padece hipertensión) y diabetes mellitus. Una cifra que llama la atención es que el 86% de la población española desconoce que el SAOS puede afectar a la salud. Quizá por ello, un 80% de los afectados están sin diagnosticar y un 34% no sabe siquiera qué es.

Dormir las horas suficientes, de forma regular e intentar dormir de lado, además del cambio de hábitos, son algunos de los consejos ante situaciones leves. Aunque estas medidas ayudan a frenar su progresión, muchas personas necesitarán un tratamiento con un dispositivo de presión positiva continua (CPAP) para mantener las vías respiratorias abiertas, de manera que la respiración no se detenga durante el sueño y permita el descanso a los afectados. No obstante, algunas personas no lo toleran demasiado bien y abandonan el tratamiento en menos de un año. Los especialistas, sin embargo, aseguran que un adecuado control y un apoyo especializado, a menudo, ayudan a superar cualquier problema con su uso.

Una alternativa a estos dispositivos podría ser un nuevo aparato creado por el odontólogo español Pedro Mayoral. Es una estructura de avance mandibular que evita el bloqueo de las vías y mejora la respiración durante la noche. Esta férula hecha a medida impide que la lengua tire hacia atrás, uno de los principales motivos de los ronquidos. No obstante, Mayoral recomienda un CPAP para casos muy severos de apnea.

MÁS TRAS LA MENOPAUSIA

Entre todos los trastornos del sueño (ronquidos, apnea, hipersomnia o exceso de somnolencia, sonambulismo, enuresis, narcolepsia...) hay una prevalencia destacada entre el sexo masculino. No obstante, estas cifras tienden a igualarse cuando la mujer supera la menopausia, debido a los cambios hormonales. Antes de la menopausia, las hormonas femeninas "protegen" de los ronquidos porque mantienen el tono muscular y evitan la acumulación de grasa en el cuello. En la menopausia, los niveles de estrógenos y progesterona disminuyen y el riesgo aumenta.

Aunque no tiene por qué resultar grave si se controlan, sí es cierto que, por mecanismos no del todo dilucidados, roncar en la mujer se ha asociado con un porcentaje bajo, pero significativo, de padecer enfermedades cardiovasculares.

Durante la vida, no obstante, otros factores pueden afectar al sueño de la mujer: cambios en los niveles hormonales, estrés, determinadas enfermedades, estilos de vida poco saludables o embarazo, entre otros. Ejemplo de ello es el insomnio, uno de los síntomas más comunes del síndrome premenstrual.

Núria Llavina Rubio/ Eroski

Sexualidad y salud (6)

LA INFLUENCIA DE LOS MEDICAMENTOS EN LA SEXUALIDAD

La influencia de los medicamentos en la sexualidad

Muchos medicamentos a los que con frecuencia se les achacan efectos sexuales adversos se utilizan para tratar enfermedades que por sí mismas pueden producir alteraciones en la esfera sexual. Los antihipertensivos y los psicofármacos se han relacionado con estas alteraciones, pero la impotencia es frecuente en pacientes hipertensos, incluso sin tratar, y la incidencia de trastornos sexuales en pacientes psiquiátricos no tratados puede alcanzar al 70%.

También las disfunciones sexuales son más frecuentes entre la población enferma que entre la sana, y la edad influye negativamente en el rendimiento sexual, lo mismo que el alcohol y el tabaco. El hecho de que muchos pacientes sepan que algunos fármacos pueden afectar su sexualidad puede llegar a provocar esos efectos.

La fisiología de la respuesta sexual, con matices, parece ser similar en ambos sexos, por lo que en teoría los fármacos afectan de forma muy parecida al hombre y a la mujer. No obstante, la respuesta sexual de cada persona es variable y la influencia que los fármacos pueden ejercer sobre ella depende de la dosis y duración del tratamiento, de la acción de otros medicamentos tomados de manera simultánea y de diversos factores físicos (integridad de los órganos sexuales, suficiencia hormonal y función vascular y neurológica) y psicológicos. Así, un fármaco puede ser tolerado por un paciente y en otro, por el contrario, causar problemas sexuales.

La respuesta sexual de cada persona es variable y la influencia de los fármacos depende de la dosis y la duración del tratamiento

En general, el trastorno sexual inducido por los medicamentos suele remitir cuando se reduce la dosis o se retira la medicación. El comienzo de las alteraciones puede suceder pasadas unas horas, semanas e incluso meses, desde el inicio de la toma del medicamento o del incremento de su dosificación.

De los fármacos a los que se les ha achacado efectos sobre la esfera sexual destacan los siguientes:

- Fármacos utilizados para el tratamiento de la hipertensión arterial (antihipertensivos). Entre ellos, los diuréticos tiazídicos pueden provocar disminución del deseo sexual, disfunción eréctil y disminución de la lubricación vaginal. Los betabloqueantes pueden generar alteraciones en la libido, así como de la función eréctil. Los antihipertensivos de acción central (clonidina, metildopa), cada vez más en desuso, pueden disminuir la libido y provocar alteraciones en la eyaculación (retrógrada y retrasada) y ginecomastia. En el campo del tratamiento de la hipertensión es bueno comentar que los medicamentos más utilizados -IECAS, ARA II y calcioantagonistas- carecen de efectos sexuales adversos.

- Medicamentos indicados para los trastornos mentales. Los antipsicóticos, utilizados para trastornos mentales severos como paranoias, psicosis o esquizofrenia, se han vinculado con la producción de alteraciones sexuales, disfunción eréctil o eyaculatoria y, en menor grado, disminución de la libido y aún con menor frecuencia aumento de la libido y priapismo, que consiste en una erección persistente y a veces dolorosa que se presenta a menudo sin estimulación sexual y que requiere atención médica urgente. Estos efectos suelen ser dosis-dependientes (sólo aparecen cuando se está tomando la medicación), salvo en el caso del priapismo, y se relacionan con cualquier tipo de antipsicóticos. En la mujer, además del descenso de la libido, puede provocar alteraciones menstruales.

Los antidepresivos se han relacionado con trastornos sexuales que pueden afectar a cualquiera de las fases de la función sexual. En relación a los fármacos antiparkinsonianos se han notificado casos aislados de aumento de la libido e hipersexualidad en pacientes tratados con levodopa y cabergolina. El efecto parece ser dosis-dependiente y reversible.

No es común el perjuicio de la función sexual por el uso de tranquilizantes mayores, y entre los menores, las benzodiacepinas pueden disminuir la libido, aunque en algunos pacientes la disminución de la ansiedad que les causan estos fármacos favorece la función sexual.

En cuanto a los tratamientos hormonales, destacamos que los esteroides anabolizantes, corticosteroides y estrógenos disminuyen los niveles de testosterona, lo que provoca disminución de la libido e impotencia, y los andrógenos, además de los efectos comentados en el hombre con problemas de próstata, pueden producir atrofia testicular y ausencia de espermatozoides en el semen (azoospermia). Los estrógenos, utilizados como método contraceptivo en la terapia hormonal sustitutiva o en algunos cánceres (sobre todo de mama y próstata) pueden producir en la mujer tanto incremento como disminución de la libido, y disminución de la libido e impotencia en el hombre.

La cimetidina, muy utilizada en tiempos pasados para el tratamiento de la hipersecreción gástrica y hoy en desuso, puede producir disminución del deseo sexual, impotencia y ginecomastia (desarrollo mamario excesivo en el hombre) que se explica por la disminución de los niveles de testosterona. Los fármacos más empleados como famotidina, ranitidina y omeprazol no parecen tener dicho efecto.

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Sexualidad y salud (5)

LA SEXUALIDAD EN EL HOMBRE CON PROBLEMAS DE PRÓSTATA

La sexualidad en el hombre con problemas de próstata

La próstata es una glándula masculina situada debajo de la vejiga que recubre la uretra (conducto que comunica la vejiga con el exterior). Tiene el tamaño aproximado de una almendra, produce gran parte del líquido que se expulsa con la eyaculación y por ella circula la orina y el semen.

La próstata se contrae durante el orgasmo y durante la eyaculación descarga en la uretra el líquido prostático que se vierte al exterior junto con los espermatozoides producidos en los testículos y otros fluidos procedentes de distintas glándulas. Este órgano no juega ningún papel en el mecanismo de la erección del pene, pero tiene relación directa con los nervios implicados en ella.

A partir de los 40 años, el hombre puede tener problemas prostáticos; a los 50 años más de la mitad presentan síntomas y por encima de los 80 años afectan al 90%. La causa más frecuente de estos problemas es el adenoma de próstata, también conocida como hipertrofia benigna de próstata o tumor benigno, que provoca agrandamiento de dicho órgano y dificultad para orinar, a menudo muy severa. Se cree que su origen está relacionado con las hormonas masculinas (andrógenos), en concreto con la testosterona. En determinados ambientes (gimnasios, competiciones deportivas, etc.) a veces se aconseja, sin conocer las consecuencias, la toma de andrógenos orales o con inyectables. A menudo, los médicos o farmacéuticos reciben presión para su prescripción y dispensa. Los riesgos que comporta el uso reiterado de andrógenos sin el debido control médico son elevados porque pueden provocar aumento de la presión arterial, disminución de la producción de espermatozoides y favorecen que un adenoma de próstata oculto aumente de tamaño e incluso que surja un cáncer de próstata.

La aparición del tumor no guarda relación con la frecuencia sexual que un hombre haya tenido a lo largo de su vida, mucha o poca, y su presencia tampoco condiciona la actividad sexual, aunque es posible que las molestias que provoca (dolor o dificultad al orinar), disuadan de cualquier intento sexual. No obstante, la capacidad eréctil no se ve directamente afectada por el agrandamiento de la próstata.

El cáncer de próstata es el tercer tumor por orden de frecuencia en el hombre después del cáncer de pulmón y del de colon-recto (Ministerio de Sanidad, periodo 1997-2000) y suele aparecer después de los 50 años. Se puede diagnosticar con precocidad mediante la realización de pruebas analíticas (determinación del PSA o antígeno prostático específico) y del tacto rectal.

El tratamiento de los trastornos prostáticos suele repercutir en la función sexual. Por ello es muy recomendable, antes de comenzar, informarse, primero con el médico de familia y después con el urólogo. Es frecuente utilizar fármacos con efecto bloqueador de las hormonas sexuales masculinas, antiandrógenos, que pueden provocar una marcada disminución de la libido y disfunción eréctil, que una vez reconocidos y cuando la salud lo permita, pueden ser tratados por un sexólogo para recuperar lo perdido.

En los adenomas (tumores) severos que obstruyen el conducto urinario y no responden al tratamiento médico, y en los cánceres de próstata puede ser necesaria la cirugía. Ésta puede tener como secuela una disfunción eréctil, lo que depende en esencia del tipo de intervención realizada. Si consiste en la extirpación radical de la próstata (prostatectomía total) que se suele realizar ante un cáncer generalmente muy avanzado, la sección de los nervios pudendos responsables de la erección provoca una disfunción eréctil prácticamente segura. Si por el contrario, como suele ser cada vez más habitual, se realiza una resección parcial, ya sea vía abdominal o a través de la uretra, el riesgo de impotencia tras la intervención es mínimo. De ahí la importancia de estar bien informado por el urólogo sobre el tipo de cirugía a realizar así como de la conveniencia de una u otra.

Después de cualquier intervención quirúrgica sobre la zona genital es frecuente que se produzca un fuerte impacto psicológico y ello puede acarrear trastornos sexuales de causa emocional como problemas de deseo, disfunción eréctil o insatisfacción sexual.

En ocasiones, con la toma de algunos medicamentos, en pacientes con diabetes y operados de próstata se produce eyaculación retrógrada, denominada así porque durante la eyaculación, el semen pasa a la vejiga en lugar de salir por la uretra; en el momento del orgasmo no se expulsa semen al exterior y se elimina después con la orina. Si la eyaculación retrógrada es debida a medicamentos, su suspensión suele restaurar la eyaculación normal, pero si es causada por cirugía prostática o diabetes no se suele corregir. La sensación de experimentar un "orgasmo seco" provoca con frecuencia un fuerte impacto psicológico tanto en el hombre como en su pareja. Tan inesperado proceso suele generar pensamientos negativos acerca de la capacidad sexual e inducir trastornos severos. Es importante saber que su origen está en una anomalía en el cierre del cuello vesical y no representa disfunción sexual alguna, por lo que no debe ser motivo para abandonar unas relaciones sexuales que resultaban satisfactorias.

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Sexualidad y salud (4)

LA SEXUALIDAD EN LAS PERSONAS QUE SUFREN DEPRESIÓN

La sexualidad en las personas que sufren depresión

Las enfermedades mentales suelen provocar con frecuencia trastornos sexuales. La depresión se cuenta entre las enfermedades que más a menudo genera estos problemas y, dada su elevada frecuencia (en España por ejemplo, afecta aproximadamente al 10% de los adultos y al 20% de los pacientes que tienen alguna enfermedad), supone un problema de salud de gran magnitud.

La depresión puede tener diferentes grados de severidad. Varía desde una depresión reactiva provocada por algún acontecimiento que se vive de una manera muy negativa, como la pérdida de un ser querido, a la depresión mayor de extrema gravedad, o a los trastornos bipolares en los que se alternan fases de depresión con otras en las que el ánimo está elevado, expansivo o irritable.

Lo más frecuente es que la depresión se presente con una serie de síntomas entre los que sobresale la tristeza profunda, el humor depresivo, las ideas de ruina y de ausencia de futuro, el llanto fácil y constante, y la incapacidad para disfrutar con actividades que antes resultaban placenteras. Son frecuentes los intentos de suicidio, que consuman entre el 10% y el 15% de los pacientes. A menudo el cuadro es más sutil y se evidencia desgana, desánimo, pesimismo, pocas ganas de levantarse por la mañana, insomnio, trastornos en el apetito, etc. Otras veces la enfermedad es difícil de reconocer porque se presenta enmascarada con otras como alcoholismo, drogadicciones, fobias, trastornos de pánico o consumo de fármacos como los ansiolíticos.

En la depresión es muy corriente la desaparición de cualquier tipo de deseo sexual, así como de la capacidad para disfrutar de las fantasías sexuales, tanto en el hombre como en la mujer. Sólo en un tercio de los pacientes deprimidos se producen trastornos sexuales graves, disfunción eréctil en el hombre y ausencia de orgasmos (anorgasmia) y coito doloroso (dispareunia) en la mujer.

La disfunción eréctil sucede entre el 18% y el 35% de los pacientes depresivos, pero el porcentaje aumenta hasta afectar al 90% en depresiones muy graves, lo que no es sólo debido a la enfermedad, sino también a la inhibición del deseo sexual y a los efectos secundarios de los psicofármacos, que contribuyen de forma importante a su aparición. Los medicamentos más utilizados para tratar la depresión, los ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina), que son magníficos fármacos antidepresivos, inducen disfunción eréctil como media en casi el 30% de los pacientes. Otros medicamentos también utilizados, como la clomipramina, provocan trastornos sexuales hasta en el 50% de los casos. La velanfaxina lo hace en un 36% de los pacientes y la risperidona en el 44%.

En los pacientes con depresión que sufren problemas sexuales, lo prioritario, sin duda, es tratar la depresión. No obstante, diversos estudios han demostrado que los resultados terapéuticos mejoran si se realiza un tratamiento integral, con intervención simultánea sobre la depresión y el trastorno sexual. Gran parte de los pacientes que toman antidepresivos sufren, durante el tratamiento, menoscabo de su capacidad sexual, que si es identificada por el paciente (lo que sucede con frecuencia), suele ser muy mal tolerada y le empuja al abandono del fármaco antidepresivo, tan esencial para tratar su enfermedad. Esta actitud comporta un grave riesgo para su integridad, dada la alta incidencia de suicidios entre los pacientes que no son tratados de forma correcta. Diversas investigaciones han confirmado que el abordaje terapéutico simultáneo de depresión y disfunción sexual mejora la calidad de vida del paciente y facilita una recuperación más rápida de la enfermedad depresiva porque potencia el cumplimiento del tratamiento.

De especial interés en los pacientes es el uso de ansiolíticos como las benzodiazepinas, medicamentos utilizados con profusión, casi siempre por automedicación o facilitados por familiares o vecinos. Aunque en el inicio del tratamiento de la depresión suelen estar indicados, no lo están en la fase posterior y el médico de familia o el psiquiatra los suele retirar con rapidez (suelen comenzar a hacerlo a las 3-4 semanas de tratamiento), debido a los problemas que su uso crónico conlleva, entre los que destacan: el posible empeoramiento de la depresión (con incremento del riesgo de suicidio), su capacidad de generar adicción o dependencia con necesidad de incremento de dosis y la inducción de trastornos de memoria.

En otras enfermedades mentales como la ansiedad y las fobias relacionadas con temas sexuales también hay un alto índice de disfunciones sexuales. En la esquizofrenia alcanza porcentajes superiores al 50%.

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