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DIAGNÓSTICO

La dislalia infantil y su tratamiento

Muchos niños de edades comprendidas entre 3 y 5 años, padecen del trastorno conocido como la dislalia, la cual se trata de una incapacidad para pronunciar correctamente ciertos fonemas o grupos de fonemas.

Así pues, este padecimiento, tiene lugar en la fase de desarrollo del lenguaje infantil, en la que el niño no es capaz de repetir por imitación las palabras que escucha y lo hace de forma incorrecta desde el punto de vista fonético. No precisa un tratamiento directo, pues forma parte de un proceso normal, aunque es necesario mantener con el niño un comportamiento lingüístico adecuado que ayude a la maduración para evitar posteriores problemas. En ocasiones, estos pequeños les resulta más difícil lograr una pronunciación correcta debido a la diversidad de idiomas que pueden encontrar en una familia o en el lugar donde vive.

La dislalia no es muy difícil de ser diagnosticada, pues cuando un niño con más de 4 años pronuncia mal las palabras, no logrando una articulación correcta de las sílabas, el entorno familiar, así como el educativo de este, lo notará. Al principio, muchos intentarán ayudarlo, corrigiendo su forma de hablar, pero sin un tratamiento orientado y especializado, es muy difícil solucionar el problema de una forma casera.

Por su parte, la dislalia suele ser detectada en los primeros años de vida, y aunque no representen gravedad, es conveniente corregirla lo antes posible, para evitar problemas de conducta y de comportamiento futuros. Un diagnóstico temprano de esta dificultad, es sumamente importante porque muy a menudo otros niños se ríen del defecto de articulación e imitan de forma ridícula y de burla, la forma de hablar del pequeño afectado, lo que puede agravar el problema, causándole trastornos en su personalidad, tales como: inseguridad, baja autoestima, problemas de comunicación con su entorno, y otras dificultades que pueden alterar su aprendizaje escolar.

Es conveniente saber que los infantes con dislalia requieren de un tratamiento con un especialista que con la ayuda de juegos y mucha colaboración de la familia, lo harán superar este inconveniente más rápidamente, y de igual manera, lo motivará a articular los sonidos correctamente, comenzando con una evaluación del nivel articulatorio del pequeño, y un programa basado en los siguientes pasos:

1- Estimulación de la capacidad del niño para producir sonidos, reproduciendo movimientos y posturas, experimentando con las vocales y las consonantes. Se le enseñará a comparar y diferenciar los sonidos.

2- Estimulación de la coordinación de los movimientos necesarios para la pronunciación de sonidos: ejercicios labiales y linguales; se enseña al niño las posiciones correctas de los sonidos más difíciles.

3- Realización de ejercicios donde el pequeño debe producir el sonido dentro de sílabas hasta que se automatice el patrón muscular necesario para la articulación del sonido.

4- Al llegar a este punto, el niño estará preparado para comenzar con las palabras completas, a través de juegos.

5- Una vez que éste es capaz de pronunciar los sonidos difíciles, se tratará que lo realice fuera de las sesiones, es decir, en su lenguaje espontáneo y no sólo en las sesiones terapéuticas.

Asimismo, el tratamiento consiste en ejercitar la musculatura que está interviniendo en la producción de los sonidos; la terapia se centra en juegos que facilitan la adquisición de las habilidades necesarias, requiere implicación y participación tanto del niño como de su familia, para que el proceso pueda ser seguido y complementado por ellos en casa.

Ahora bien, si la causa del trastorno viene dado por malformaciones físicas, se requerirá un procedimiento médico para ayudar al niño a que supere las dificultades en el desarrollo de las capacidades del habla. Cuando la causa del trastorno es por retrasos fonológicos, será necesaria una intervención educativa especializada para conseguir la adquisición de las habilidades para producir los sonidos del habla de forma completa.

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